Se acabó el verano. No sé si los que andáis por tierras más cálidas, como
España, podéis decir lo mismo, pero aquí, DEFINITIVAMENTE, ha llegado el otoño.
Las hojas se están volviendo de tonos rojos, se están cayendo a montones, y por
las noches ya llegamos a los 4-5 ºC. Vuelve a apetecer estar en casa tomándose
un té o un café calentito.
Tengo muchas cosas pendientes de contar, pero vamos por partes, ya que
algunos acontecimientos muy felices que han ocurrido en el mes de septiembre
tienen su origen, en parte, en un proceso que pasamos todos los que cambiamos
de ciudad, región o país, llamado “Choque Cultural” y que me gustaría
explicaros un poco, desde mi experiencia personal.
La primera fase, llamada Luna de Miel, se experimenta cuando llegas a tu
nuevo hogar y te pones a curiosear y explorar más como un turista que como un residente, buscar tiendas, conocer tu
barrio, investigar actividades de entretenimiento, empezar a entender la
cultura del lugar y, en mi caso, vas por ahí dando patadas a la nieve muy
felizmente porque nunca has visto tanta nieve junta en tu vida.
Conforme te vas asentando aparece la fase de “bajón”. Empiezan a
aparecer dificultades, cosas que en tu país funcionan mejor y que aquí te ponen
de mal humor, empiezas a ver que hay barreras culturales (y, en Québec, también
idiomáticas). Yo, que además soy muy familiar, desde principio de verano empecé
a echar mucho de menos poder ir a visitar a mis padres y
a mis suegros, pasar algún finde de piscina y paellas con mis primos y tíos, ir a Barcelona a ver a los amigos o escaparme a la playa
(una playa “de verdad” soleada y mediterránea) un fin de semana. Te sientes muy
lejos de todo, bastante solo (aunque mi Sr. Marido es un sol y me cuida un
montón) y te preguntas: ¿Qué hago aquí? ¿Y si nos hemos equivocado? ¿Por qué
nos hemos ido tan lejos de todo y de todos? Es cierto que, como hemos venido en
“pack matrimonio” no es tanta la soledad, pero sientes que has dejado atrás una
parte importante de ti.
Después, cuando asimilas tanto la parte buena como la mala, empiezas a
plantearte qué quieres hacer y buscas los recursos para alcanzarlo. Finalmente la
última fase, cuando tienes todas las herramientas posibles y has decidido por
dónde tirar, entonces te pones en marcha para conseguirlo. En este punto se
puede decir que ya estás “adaptado” a tu nuevo hogar. Algunos hablan de una
“quinta” fase, en la que vuelves a tu país de origen y como se te han pegado
cosas de tu nuevo país, también sufres un “mini-choque cultural inverso". (os digo desde ya que las cañas NUNCA se me harán raras :D)
Puede que algunos de los que leáis esto pensaréis “Jo, pues a mí me pasó
algo parecido cuando cambié de ciudad”. Exactamente, a mí ya me ocurrió lo mismo cuando me fui de Barcelona a Madrid, aunque en menor
escala, ya que mientras te mueves por tu país el factor idioma es casi nulo y la diferencia cultural es mucho más pequeña.
De todos los cambios de ciudad/país que he pasado a lo largo de mi vida, he
sacado una conclusión muy positiva: al principio, siempre tuve la sensación de
no pertenecer a ningún sitio: no soy totalmente catalana, no soy totalmente
albaceteña, en Madrid solo estuve 2 años y medio y aquí en Montréal soy
inmigrante. Es una sensación de desarraigo que te hace sentir soledad y, a
veces, incomprensión. Pero un día pensé que no es que no pertenezca a ningún
lado, en realidad, pertenezco a todos los sitios en los que he vivido. Da igual
donde vaya, porque conmigo va un poquito de Barcelona y del brillo del sol y el
mar catalán, un poquito de Albacete y de los campos y viñas manchegos en verano,
un relaxing cup of coffee con madrileños maravillosos, un poquito de España
entera y, a partir de ahora, también un poquito de Montréal y del verdor y la nieve canadiense.
PD: Muchas gracias a mi artística primica R por ayudarme a buscar un programa para trastear fotos. Me lo voy a pasar bomba con mi nuevo amigo Picasa.
PD: Muchas gracias a mi artística primica R por ayudarme a buscar un programa para trastear fotos. Me lo voy a pasar bomba con mi nuevo amigo Picasa.
Jelou Sharah!
ResponderEliminarAquí el Deiviz. He notado un poco de cachondeito con el relaxing cup of coffee! Un poquito de respeto a lo madrileños ;P
Que sepas que a los que estamos por aquí nos das mucha envidia con tus experiencias, así que sigue disfrutando y cuando vuelvas por aquí, llámanos, que tenemos ganas de verte!
Un abrazo!
Jelou!
EliminarBueno, lo del "relaxing...", como para no enterarse: he visto el discurso, las ruedas de prensa, carteles de humor y hasta una remezcla dubstep XD. Pero se que los maNdrileños de verdad no sois La Botella, sois gente estupenda.
Me hace mucha ilu que la gente me lea. Seguimos conociendo nuestro nuevo hogar poco a poco, pero si que a veces se echa mucho de menos el hogar, sobre todo a la gente.
¡Cuando vaya a España llevaré Delicias Canadienses para un cofi! Un saludo a tu consorte.
Cuando seas viejecita y mires hacia atrás, estoy seguro de que se te pintará una sonrisa en la cara cuando recuerdes lo que estáis viviendo ahora, así que ¡nada de morriñas!
ResponderEliminarMe das muuuuuucha envidia, lo sepas. ;-)
Mr. Partridge 4.0
Tranquilo, no me hace falta llegar a viejecita. Se me pinta ya la sonrisa cuando hago balance del casi 1 año que llevamos aquí. Lo del otoño con hojas de colorines me quita muchas penas ^_^. Me acuerdo mucho de ti cuando voy a sitios de naturaleza. Conociéndote estoy segurísima de que disfrutarías mucho de la naturaleza que hay aquí (dentro y fuera de la ciudad)
Eliminar¡¡¡Sharhaaaaaa!!
ResponderEliminarSupongo que ya estás en la fase de "¡Qué bien que me he venido a este país tan increíble!", y si no es así, te debe faltar poco. Eres nuestra heroína, dicho con buena intención. Nadie, jamás, que haya trabajado en Tec llegó tan lejos en tan poco tiempo XD
Haz el favor de aguantar otro año más, por aquello de visitaros y ver las hojas de colores en directo :)
Me alegra que retomes el blog, se te echaba de menos baby.
Un besazo.
Málvaro.
Amiga Málvaro.
Eliminar¿Se me echa de menos, dices? YO MATARÍA POR UN COFI CON VOSOTROS, con unos bollos de esos duros o unas delicias turcas de las que se pegan a los dientes :D
Pero si, haciendo balance, el cambio de país nos ha sentado bien, la verdad. Mi casa está abierta para vosotros cuando vulevú, pero si, merece la pena venir en otoño y ver los colorines. Por lo pronto, aquí nos plantamos.
Besines!