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lunes, 10 de junio de 2013

Sábado 25 de Mayo: Gastro-curiosidades de Montreal.

Como ya os conté, mis Queridos Padres llegaron el día 22 para pasar unos días con nosotros. Y doy fe que les ha cundido la visita. Hemos visitado (casi) todos los lugares más conocidos y emblemáticos de Montreal y también hemos hecho una escapada de 4 días a Toronto y Niágara. Así que, lectores, haceos una taza de café o de té y preparaos a leer las aventuras de una familia de catalano-albaceteños-tomelloseros en Canadá. (Nota: para ver mejor las imágenes, clicad sobre ellas)

El sábado 25, aprovechando que los cuatro estábamos disponibles, organizamos una ruta en plan gastronómico. Primero fuimos a desayunar a Fous Desserts (como hacemos mi Sr. Marido y yo todos los sábados): un café americano calentito y unos ricos productos caseros de bollería y listos para afrontar el día con energía.

La siguiente parada fue el Marché Jean Talon, un mercado tradicional, abierto, con mucho encanto por el que pasearse tranquilamente y comprar productos frescos a muy buen precio directamente de los productores, tomar algo por los puestos de comida que hay o simplemente curiosear.



La visita fue de lo más interesante. Encontramos una tiendecita de aceites de oliva y especias en la que había, sorprendentemente, muchos tipos de aceites españoles (la "Marca España" no abunda por aquí, precisamente). Mi Querida Madre descubrió una montaña de latas grandes de aceites de Córdoba cogidas con cadenas finas. Al preguntarles a las chicas de la tienda, nos contaron que sufren muchos robos de los aceites buenos y que no tuvieron más remedio que sujetar las latas con cadenas ¡para que la gente no se las llevara!

Seguimos paseando y resultó que el mercado era mucho más grande de lo que yo pensaba. Hasta el punto que una zona muy grande estaba dedicada sólo a la venta de flores, árboles y plantas de verduras para sembrar. Si te metías un poco por los puestos, parecía que no había ciudad y que mágicamente te habías trasladado al País de las Maravillas de las Flores.


Más adelante, regresamos al paraíso de las verduras: pimientos, patatas, lechugas, frutas del bosque, calabacines, berenjenas... ¡de todos los tipos, tamaños y colores! Encontramos un puesto de patatas enorme con un montón de variedades de patatas. ¡No sabíamos que en el mundo hubiera tantos tipos de patatas diferentes! Muchos puestos de frutas la tenían cortada para que los paseantes la pudiéramos degustar, dejando un aroma estupendo y convirtiendo el paseo en una experiencia muy agradable para todos los sentidos. Luego, mi Querido Padre se puso a hablar con un comerciante de espárragos y resultó que el señor era de Águilas (Murcia) y que llevaba ya muchos años viviendo en Montréal. Fue muy “Españoles por el Mundo”.

A esas alturas eran ya casi las 2 de la tarde y ya empezaba a haber bastante hambre. Decidimos que era el momento de ir a probar el plato típico de Québec: la poutine, un plato a base de patatas fritas, salsa de carne (o gravy) y queso poco curado, generalmente cheddar, por encima. Claro que admite otras muchas versiones o adiciones de otros ingredientes. En Montréal hay dos sitios muy famosos para degustar la poutine: Montréal Poutine (en Old Montréal) y La Banquise (en Plateau). Nosotros nos decidimos por La Banquise porque ofrece una gran variedad de poutines con ingredientes variados y porque nos pillaba cerca. Y si debe de ser famoso, si, porque a pesar que eran las 2 y media de la tarde, ¡menuda cola que había para comer allí! Y eso que, por desgracia, nos hizo mal día y estuvo todo el rato lloviendo. Luego mereció la pena la espera, aunque he de confesaros que el plato no es lo más gourmet del mundo, pero mi Querido Padre y yo, que somos muy de la cerveza, aprovechamos para pedir cerveza negra québecois St Ambroise para regar la poutine.



Más tarde, y debido a las inclemencias del tiempo, decidimos irnos a tomarnos un té a casa y descansar un poco, porque el domingo 26 fue el Día de los Museos en Montréal y ¡lo aprovechamos a tope!