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sábado, 27 de abril de 2013

Hospitalidad China


Ayer fue mi último día de curso de francés. Me lo he pasado muy bien y he aprendido un montón. En mi clase hay gente de distintas nacionalidades: china, india (de La India, no nativos americanos), estadounidense, saudí, rusa y española. La profesora propuso, como despedida,  bien llevar algún plato típico de nuestra cocina para hacer un brunch en clase, o bien salir a algún restaurante de la zona. Nuestra compañera china, a la que llamaré Madame X., que es vice-presidenta de un hotel en la ciudad, se ofreció como anfitriona y nos dijo que organizaría un Dim Sum en el restaurante de su hotel para todos. Como lo único chino que conozco es el arroz tres delicias, los rollitos de primavera y los productos de plástico a buen precio que venden en cualquier tienda “de chinos” de España, pensé que sería buena idea ir a ver que era un Dim Sum, disfrutar de un agradable y multicultural brunch y conocer más de cerca la cultura china.

Al final, sólo nos apuntamos una compañera, la profesora y yo. El hotel, en pleno Chinatown, está construido con muchos detalles orientales. El restaurante lo podéis ver en la foto superior. Nos quedamos impresionadas al llegar. Teníamos una mesa preparada y como llegamos sobre las 10.30, apenas había gente así que fue muy agradable oír el ruido del agua del estanque e intentar mantener una conversación entendible en francés, para practicar (sugerencia de la profesora). Mientras nos servía te en nuestros vasos, Madame X. nos contó que el Dim Sum consiste en sacar a la mesa una gran variedad de platos pero con una ración de “bocado” para cada comensal. Se suele servir con té para beber y que se toma antes de la 1 o las 2 de la tarde. De entrantes, teníamos un gran plato de trocitos de naranja/plátano envueltos con papel de arroz. Había varias teteras con té de jazmín en la mesa. A los cinco minutos, con los ojos como platos, empezamos a ver llegar cestas y cestas y cestas y más cestas de bambú, con de todo dentro: albóndigas de cerdo, pollo con especias, bollos al vapor rellenos con hongos, empanadas al vapor de ternera y verduras, mini-sepias, rollos de primavera, bolitas de arroz envueltas en hojas de loto... Total, que lo que pensábamos que iba a ser una “degustación informal y ligera” de comida tradicional china resultó que era “vamos a comer como en una boda”. Aún incumpliendo las normas de educación chinas, según las cuales no puedes dejar nada en los platos cuando te invitan, tuvimos que dejarnos algunas cosas, por ejemplo, ternera, ya que una de las comensales, de origen hindú, no puede comerlo. Pero era inevitable, porque ¡madre mia, que cantidad de comida! Así que le pedimos perdón cien veces y le explicamos a Madame X. que ¡realmente ya no podíamos más! Finalmente, Madame X. nos hizo un pequeño tour por su hotel y nos invitó siempre que quisiéramos a ir a visitarlo, que siempre seríamos bienvenidas. Desde aquí, mi agradecimiento a Madame X. por su invitación, por su cálida bienvenida y por ser una perfecta anfitriona.

Lo pasamos en grande. Salieron conversaciones de lo más interesantes como los distintos países o ciudades donde habíamos residido, hábitos de nuestro país de origen y, sobre todo, modos de cocinar y costumbres de alimentación en los distintos países. Así fue como descubrí que en china comen pan muy de tanto en tanto y que cada día comen cosas diferentes para desayunar, al contrario de lo que ocurre en España, que somos más de costumbres fijas y, en serio, ¿alguien no come pan mínimo un par de veces al día? Por otro lado, la cocina hindú, sobre la que circula la idea de que todo es picante, resulta que gran variedad de platos no llevan especias picantes.

Tuve la agradable sensación de tener un gran mundo por delante que descubrir, mucha gente interesante por conocer y muchas ideas preconcebidas que tirar abajo.

lunes, 8 de abril de 2013

Je ne parle pas français (No hablo francés)


Queridos lectores, me llena de orgullo y satisfacción informaros de que, desde el pasado sábado, POR FIN TENEMOS CONEXIÓN A INTERNET EN CASA. Para celebrarlo, hoy os escribo desde mi propia casa, tomándome un café en La Taza de la Felicidad, la estrella de las tazas en esta casa.
Después de esta explosión de felicidad, voy a contaros mi nueva actividad desde el lunes 1 de abril: me he apuntado a clases de francés. ¿Por qué? Pues bien, porque en Québec la lengua oficial es el francés. Como ya os conté en un post anterior, aunque todo el mundo vive en francés, si les hablas en inglés todos cambian a ese idioma amablemente. Pero al fin y al cabo, no saber francés cierra muchas puertas en el ámbito laboral y dificulta la vida diaria, ya que en algunas tiendas y locales públicos la información sólo está en francés.

Como no teníamos referencia de ninguna escuela de idiomas, mi Sr. Marido preguntó en su trabajo y todos dijeron lo mismo: directos a un YMCA. Probablemente a todos os suene por la canción de los Village People, esa que se baila haciendo las letras con los brazos.

Los centros YMCA se crearon hace 160 años como ONG para ayudar a gente necesitada y a las comunidades. En la actualidad, hay muchos distribuidos por todo el mundo y cada centro intenta adaptar sus programas al lugar en que se encuentra y a sus necesidades específicas. En España no son muy conocidos y hay pocos, pero en Norteamérica han crecido mucho y ofrecen otros servicios de pago como clases de idiomas, gimnasios y guarderías para todo el mundo, como parte de sus programas para mejorar la comunidad y también, creo, como forma de auto-financiarse.



En Montreal, hay varios centros grandes repartidos por la ciudad. Todos tienen instalaciones deportivas grandes y bien equipadas y programas varios de ayuda. Pero además, en el YMCA del centro, tienen una escuela de idiomas donde ofrecen, además de inglés y francés, otros idiomas como español, japonés, mandarín, árabe o portugués. En el caso de que quieras venir desde otros países a estudiar francés o inglés, también ofrecen alojamiento en familias o en residencia.

Se puede acceder a cualquiera de sus cursos cuando quieras. El único requisito es que te tienen que hacer una prueba de nivel. Si, hasta a los nivel cero patatero como yo les hacen prueba de nivel, y eso que le dije al recepcionista que era una “totally beginner” (totalmente principiante). Hice la prueba escrita, obviamente lo poco que escribí me lo inventé y luego, en la corrección, yo veía el boli rojo tachar, tachar y tachar mis respuestas inventadas. Era de esperar. Y en la última parte de la prueba, me dice el profesor “Te voy a hacer algunas preguntas que tienes que contestar con frases completas”. Y yo, claro, le conteste “No se moleste usted, no soy capaz de hacer ninguna frase completa de ningún tipo”. Así que me mandaron al nivel 1, el de “totally beginners” (esto también era de esperar).

Yo he elegido un curso semi-intensivo, que consiste en 3 horas por la mañana, de gramática y conversación. También hay cursos intensivos (mañana y tarde), específicos (negocios, cultura québecois, conversación...) y también los hay de los de dos horas dos veces por semana. Una de las ventajas de mi curso es que te regalan un mes de acceso al gimnasio, así que al salir de clase aprovecho para hacer “bailes latinos” o “cardio-kickboxing” o cualquier cosa divertida que hagan.

Lo cierto es que, después de un par de meses de papeleos, elegir y montar muebles y cuidar de mi casa y de mi Sr. Marido es genial hacer algo tan estimulante como aprender un nuevo idioma y mover un poco el cuerpo al acabar.