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miércoles, 16 de octubre de 2013

30 Cumpleaños Muy Feliz

Este pasado 30 de septiembre cumplí 30 años. Aunque normalmente soy de esas personas que celebra sus cumpleaños muy discretamente, lo de cumplir 30 sonaba a palabras mayores. Conforme pasaba el verano, empecé a hacer planes con mi Sr. Marido para hacernos una escapada a Ottawa y celebrarlo a lo grande los dos. Sin embargo, pensé que también me habría gustado echarme unas cañas con amigos o un día campestre con mi familia entera. He de confesaros que me puse un poquito triste pensando que sería un cumple sólo parejil. Pero… ¡qué lejos de la verdad! Aunque uno esté lejos, aunque uno SE SIENTA lejos, hay mucha gente que piensa en ti y que no puedan estar físicamente contigo no significa que no ESTÉN contigo. Se ha convertido en el mejor cumpleaños de mi historia.


Gracias a todos los que el día de mi cumple o los posteriores me mandasteis un wassap, me llamasteis por teléfono o escribisteis un post en FB.

Gracias mi hermana M que me mandó un mail precioso recordándome muchos momentos que hemos vivido juntas. Hasta las peleas de pequeñas suenan ahora divertidas y entrañables. J

Gracias a todos los que me habéis escrito CARTAS. Se me saltaban las lagrimitas cuando al abrir el buzón veía 3 o 4 cartas juntas de gente muy querida para mí. Mi cartero seguro que alucinaba, venga a traer cartas desde España a mi buzón. He recopilado la friolera de 28, llenas de cariño, recuerdos y donde me contáis como estáis. Entre ellas hay una felicitación de mi yaya con flores dibujadas en los márgenes, otra de una perrita chiquitilla, saltarina y monísima y cartas con fotos que ya están con imanes en mi nevera.


Gracias a mis Queridos Padres porque, sin saberlo yo y compinchados con mi Sr. Marido, vinieron OTRA VEZ y POR SORPRESA con mi Suegra (doble sorpresa, mi Sr. Marido no lo sabía) a pasar con nosotros una semana. Estoy segura que nuestras caras debieron dignas de foto para la posteridad. Se vinieron con un Kit Paellero en la maleta y hubo fiesta con vino español, paella y tarta de chocolate. ¡Hat-trick! (Atención al cojín de punto de cruz de La Comunidad del Anillo. ¡Es genial!)

Y gracias a mi Sr. Marido porque pasamos 3 días maravillosos en Ottawa, vimos un montón de museos y lugares, nos lo pasamos bomba y, como siempre, me hizo un regalo con el que acertó completamente. Además, el día de mi cumple nos echamos una de nuestras ya tradicionales partidas conjuntas al Lego Señor de los Anillos.

miércoles, 9 de octubre de 2013

El Choque Cultural

Se acabó el verano. No sé si los que andáis por tierras más cálidas, como España, podéis decir lo mismo, pero aquí, DEFINITIVAMENTE, ha llegado el otoño. Las hojas se están volviendo de tonos rojos, se están cayendo a montones, y por las noches ya llegamos a los 4-5 ºC. Vuelve a apetecer estar en casa tomándose un té o un café calentito.


Tengo muchas cosas pendientes de contar, pero vamos por partes, ya que algunos acontecimientos muy felices que han ocurrido en el mes de septiembre tienen su origen, en parte, en un proceso que pasamos todos los que cambiamos de ciudad, región o país, llamado “Choque Cultural” y que me gustaría explicaros un poco, desde mi experiencia personal.

La primera fase, llamada Luna de Miel, se experimenta cuando llegas a tu nuevo hogar y te pones a curiosear y explorar más como un turista que como un residente, buscar tiendas, conocer tu barrio, investigar actividades de entretenimiento, empezar a entender la cultura del lugar y, en mi caso, vas por ahí dando patadas a la nieve muy felizmente porque nunca has visto tanta nieve junta en tu vida.

Conforme te vas asentando aparece la fase de “bajón”. Empiezan a aparecer dificultades, cosas que en tu país funcionan mejor y que aquí te ponen de mal humor, empiezas a ver que hay barreras culturales (y, en Québec, también idiomáticas). Yo, que además soy muy familiar, desde principio de verano empecé a echar mucho de menos poder ir a visitar a mis padres y a mis suegros, pasar algún finde de piscina y paellas con mis primos y tíos,  ir a Barcelona a ver a los amigos o escaparme a la playa (una playa “de verdad” soleada y mediterránea) un fin de semana. Te sientes muy lejos de todo, bastante solo (aunque mi Sr. Marido es un sol y me cuida un montón) y te preguntas: ¿Qué hago aquí? ¿Y si nos hemos equivocado? ¿Por qué nos hemos ido tan lejos de todo y de todos? Es cierto que, como hemos venido en “pack matrimonio” no es tanta la soledad, pero sientes que has dejado atrás una parte importante de ti.

Después, cuando asimilas tanto la parte buena como la mala, empiezas a plantearte qué quieres hacer y buscas los recursos para alcanzarlo. Finalmente la última fase, cuando tienes todas las herramientas posibles y has decidido por dónde tirar, entonces te pones en marcha para conseguirlo. En este punto se puede decir que ya estás “adaptado” a tu nuevo hogar. Algunos hablan de una “quinta” fase, en la que vuelves a tu país de origen y como se te han pegado cosas de tu nuevo país, también sufres un “mini-choque cultural inverso". (os digo desde ya que las cañas NUNCA se me harán raras :D)

Puede que algunos de los que leáis esto pensaréis “Jo, pues a mí me pasó algo parecido cuando cambié de ciudad”. Exactamente, a mí ya me ocurrió lo mismo cuando me fui de Barcelona a Madrid, aunque en menor escala, ya que mientras te mueves por tu país el factor idioma es casi nulo y la diferencia cultural es mucho más pequeña.

De todos los cambios de ciudad/país que he pasado a lo largo de mi vida, he sacado una conclusión muy positiva: al principio, siempre tuve la sensación de no pertenecer a ningún sitio: no soy totalmente catalana, no soy totalmente albaceteña, en Madrid solo estuve 2 años y medio y aquí en Montréal soy inmigrante. Es una sensación de desarraigo que te hace sentir soledad y, a veces, incomprensión. Pero un día pensé que no es que no pertenezca a ningún lado, en realidad, pertenezco a todos los sitios en los que he vivido. Da igual donde vaya, porque conmigo va un poquito de Barcelona y del brillo del sol y el mar catalán, un poquito de Albacete y de los campos y viñas manchegos en verano, un relaxing cup of coffee con madrileños maravillosos, un poquito de España entera y, a partir de ahora, también un poquito de Montréal y del verdor y la nieve canadiense.

PD: Muchas gracias a mi artística primica R por ayudarme a buscar un programa para trastear fotos. Me lo voy a pasar bomba con mi nuevo amigo Picasa.